Las crisis siempre generan oportunidades

El Portero del Prostíbulo


Todos los momentos de crisis a lo largo de la historia han generado oportunidades de negocio para muchas personas.
Para algunas personas ha sido su punto de partida para explotar habilidades que ni siquiera
sabían que tenían.
Al estar trabajando cada día, nunca se habían puesto a pensar cómo podrían cambiar sus vidas y al verse afectados por la pérdida de su empleo o reducción en horas laborales han tenido que poner a trabajar su cerebro y muchos han descubierto que podían ser buenos para otras cosas, y algunos, muy buenos.
El siguiente relato refleja en buena medida como es que esto pasa en épocas de crisis.
Juan  era una persona excepcional, muy querida por todos en su pueblo natal.
De pequeño no había podido asistir a la escuela. El trabajo duro del pequeño campo que trabajaba su padre no le había dejado opción.
Había que madrugar mucho para ayudar con las tareas e irse a dormir muy cansado a la puesta de sol.
Con el paso de los años, Juan, creció y se hizo hombre.Su padre ya no tenía el campo y Juan se tuvo que buscar un trabajo.Su padre hablo con un viejo amigo suyo que era propietario del prostíbulo del pueblo y le pregunto si Juan no podría trabajar allí haciendo el mantenimiento del local, ya que era bastante manitas y  se le daba bien.El hombre accedió a contratarlo para las tareas de mantenimiento y también para trabajar como portero del local.
Y así fueron pasando los años y juan se había convertido en el portero del prostíbulo.
Muchos años después al jubilarse el dueño del local nocturno, su hijo tomo las riendas del mismo.
Y un día en su afán de imponer cambios al local, le pidió a juan que realizara un nuevo trabajo.
Juan tendría que tomar nota de todo lo que comentaran los clientes del local cuando salían a fumar o se reunieran en la puerta del mismo a la salida o la entrada.
Con esto el joven empresario podía saber más de las necesidades de sus clientes y adaptar el local al gusto de ellos.
Juan decepcionado le dijo al joven: – Me temo que no poder hacer lo que me pides ya que yo no sé leer ni escribir.
Entonces el joven al cabo de unas semanas lo despidió.
Juan se encontró perdido y sin empleo.
Pensó en reparar unos muebles que tenía en su casa que llevaban tiempo un poco rotos.
Como ahora tenía tiempo, decidió ponerse manos a la obra.
En la mitad del trabajo se dio cuenta que le faltaban algunas herramientas para realizarlo bien.
Pero el pueblo donde juan vivía, era muy pequeño y no había donde comprarlas, el pueblo más cercano donde conseguirlas estaba a un día de viaje a caballo.
Juan decidió ir a comprar algunas cosas al pueblo vecino.
Realizo el viaje de un día de ida y uno de vuelta y regreso con herramientas de carpintería nuevas.
Al cabo de unas semanas su vecino se acercó a su casa a pedirle prestado una herramienta que había visto utilizar a Juan.
Juan accedió a prestársela y le comentó que si quería el podía ir a comprarle una para él al pueblo cercano.
El vecino accedió y unos días después Juan partió para el pueblo cercano con unos cuantos pedidos de varios vecinos.
Con el paso de los meses, juan fue haciendo viajes para sus vecinos y ganando algo de dinero.
Más adelante comenzó a traer artículos que no había en el pueblo y además ofrecía otros servicios como llevar correo, paquetes y comprar otras cosas que no fueran herramientas.
Muchos años después juan se había convertido en un empresario de éxito.
Tenía un almacén de ramos generales donde vendía herramientas, artículos de ferretería y pintura, etc.
También tenía una agencia de transporte para pasajeros hacia el pueblo vecino y llevaba y traía correo y paquetes en esos mismos viajes.
Como Juan era una persona querida por todos y además tenía muy buen corazón, siempre había ayudado a la escuela de su pueblo, así como a la Iglesia y algún otro tipo de asociación sin fines de lucro.
Con motivo de esto, el alcalde de la ciudad junto a la comisión de vecinos del pueblo decidieron hacerle un homenaje en la plaza del pueblo y entregarle una placa conmemorativa por su ayuda.
Juan asistió muy contento a la plaza a recibir su reconocimiento, donde el alcalde luego de pronunciar un discurso muy bonito le entrego la placa y le dijo: – Juan, en esta placa hemos escrito unas palabras de agradecimiento junto a los vecinos, nos gustaría que las leyeras para nosotros.
A lo cual Juan contestó: – Imposible, no puedo hacerlo porque no se leer ni escribir.
El alcalde asombrado le dijo: – Pero esto es increíble ¡¡ sin saber leer ni escribir has hecho todo esto ? No quiero saber dónde estarías si hubieras sabido leer y escribir.
A lo cual juan contestó muy tranquilo: – Eso es muy sencillo Sr. Alcalde, Todavía sería El Portero del Prostíbulo ¡¡
¿ Que te ha parecido esta historia ?
¿ No será el momento adecuado para dejar de ser el portero del prostíbulo ?

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